jueves, 11 de noviembre de 2010

Fugarse, una tradición otoñal

B.IRU PÉREZ. Mañana tendrá lugar en Canarias la denominada fuga de San Diego, miles de estudiantes del archipiélago faltarán a su cita con las aulas para acudir a merenderos o lugares de reunión, realizar gamberradas, hacer chuletas y beber alcohol con sus compañeros, o simplemente quedarse durmiendo. Como todos los años las opiniones de quienes apoyan la tradición y de los que consideran que se ha convertido en un malsano macro botellón se hacen oír en estas fechas.

Romería de San Diego. 
Foto: ellegadodelahistora.blogspot.com
La fuga de San Diego es una tradición que se remonta a principios de los años 20, cuando un catedrático de la universidad de La Laguna prohibió acudir a la romería que se celebraba en la ermita del mencionado santo, provocando que los estudiantes se saltaran las clases para acudir a visitar la ermita, contar los botones de la estatua de Juan de Ayala, y  participar en las celebraciones de dicha romería. Con el paso del tiempo la tradición se ha extendido, ya pocos saben cómo se inició, ha llegando a todos las islas, convirtiendose en lo que es hoy.

La festividad se ha transmitido además por otros rangos educativos, actualmente en secundaria los alumnos también faltan a clase el viernes próximo al 13 de Noviembre, sin embargo, las practicas actuales poco tienen que ver con la que iniciaran los estudiantes laguneros. La fuga se ha convertido para unos en una excusa más para quedarse en casa, y para otros en una especie de macro botellón campestre en el que el alcohol es el único protagonista, pero este aprovechamiento por parte de algunos de la tradición no implica que se haya perdido por completo el ambiente típico de la fecha. 

En las islas capitalinas, principalmente en las universidades, es donde se mantiene  en mayor medida una cierta tradición de asadero y parrandeo semejante a la de los inicios. Aún se reúnen estudiantes laguneros en los aledaños la ermita de San Diego o lugares similares, al igual que en los montes Gran Canarios, y es que, aunque son muy pocos los que mantienen este ambiente, y aun menos los que conocen el inicio de la tradición, vender la fuga de San Diego como una degeneración es, desde mi punto de vista, un error tan grave como el de vendernos a los jóvenes como unos degenerados.

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